Justamente lo que genera inseguridad son los hechos delictivos o el
relato de estos hechos. Dentro del relato de los hechos, no siempre las fuentes
son fidedignas, no siempre son claras. Lo que hay que tener en cuenta es que es
innegable la realidad existente y objetiva, como así también el hecho de que el
hombre naturalmente es testigo y generador de impresiones y expresiones
subjetivas que la observan y expresan respectivamente según su propia
concepción de la realidad o sus propios intereses.
Es común escuchar las opiniones personales, justamente, de aquellos que
se sienten inseguros, apoyándose en argumentos tales como “Ya no se puede salir
a la calle”, “No se puede estar tranquilo” o “Salgo a la mañana y no sé si voy
volver a mi casa”. ¿Pero esto, es así realmente? ¿La realidad es tan dura?
Hay que dejar en claro que la inseguridad es una sensación,
interpretando la palabra “Sensación” como el producto inmediato de la
percepción, antes de pasar por el filtro de la razón, carente así de un
análisis riguroso o critico.
Cabe destacarse que en muchos casos esta inseguridad
puede desembocar en complejos estados emocionales tales como la paranoia,
excesiva timidez que impide relacionarse con el entorno o directamente el
aislamiento social total. Cuanto más grande sea la inseguridad en este sentido
mayor será el aislamiento al que se someta la persona que la padece.
De acuerdo con sus vivencias, experiencias, entorno relacional y aspectos de personalidad, un individuo puede sentirse más o menos seguro frente al mundo respecto de su imagen, sus características físicas y mentales y su identidad. Suele considerarse que aquellas personas más introvertidas o reservadas respecto de su imagen pública son aquellas que padecen algún desorden de inseguridad o baja autoestima, por ejemplo, en cuanto a su aspecto físico o, por caso, en relación con determinados elementos de su personalidad y/o forma de pensar.
De acuerdo con sus vivencias, experiencias, entorno relacional y aspectos de personalidad, un individuo puede sentirse más o menos seguro frente al mundo respecto de su imagen, sus características físicas y mentales y su identidad. Suele considerarse que aquellas personas más introvertidas o reservadas respecto de su imagen pública son aquellas que padecen algún desorden de inseguridad o baja autoestima, por ejemplo, en cuanto a su aspecto físico o, por caso, en relación con determinados elementos de su personalidad y/o forma de pensar.
AUTORA: ARACELI MENDOZA SOTO
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