La inseguridad se genera de varias maneras:
La impunidad. En la mayor parte de los países de América Latina, la mayoría de los delitos quedan en la impunidad y numerosos crímenes y homicidios nunca se juzgan. En Venezuela, por ejemplo, el 97% de los delitos quedan sin resolver y sin que los responsables respondan ante la justicia.
Inexistencia de una educación pública de calidad. Si exceptuamos algunos casos, como Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay, los sistemas educativos imperantes en América Latina son muy deficientes, escasamente dotados en medios y personal y no suelen ser ni universales ni gratuitos.
Escasa presencia de cuerpos de seguridad. Si uno pasea por las calles de Caracas, Guatemala, Bogotá, Quito y San Salvador, llama la atención la escasa presencia policial que hay en las horas de la noche.
Tráfico de armas. En México se calcula que existen más de 10 millones de armas ilegales, en Venezuela los cálculos más optimistas hablan de entre 9 y 11 millones y en Colombia, aunque algo más baja la cifra, algunos medios cifran entre 2 y 4 millones.
La impunidad. En la mayor parte de los países de América Latina, la mayoría de los delitos quedan en la impunidad y numerosos crímenes y homicidios nunca se juzgan. En Venezuela, por ejemplo, el 97% de los delitos quedan sin resolver y sin que los responsables respondan ante la justicia.
Inexistencia de una educación pública de calidad. Si exceptuamos algunos casos, como Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay, los sistemas educativos imperantes en América Latina son muy deficientes, escasamente dotados en medios y personal y no suelen ser ni universales ni gratuitos.
Crisis de la institución familiar. El 84% de los niños colombianos nace fuera del
matrimonio. En todo el continente hay millones de niños nacidos fuera de la
institución familiar, muchas veces en condiciones de miseria, y se constata que
la planificación familiar ha fracasado en casi todos los países.
El fracaso de la justicia. La justicia en América Latina, si realmente
merece tal nombre en el continente, es de las peores del mundo.
Las cárceles, escuela de criminalidad. La situación en las cárceles latinoamericanas es
alarmante.
Corrupción e ineficiencia policial. La corrupción policial es evidente en una buena
parte de los países de América Latina, pero los que se llevan la palma en este
asunto son Argentina, México, Venezuela, Honduras, Guatemala y El Salvador.
Escasa presencia de cuerpos de seguridad. Si uno pasea por las calles de Caracas, Guatemala, Bogotá, Quito y San Salvador, llama la atención la escasa presencia policial que hay en las horas de la noche.
Tráfico de armas. En México se calcula que existen más de 10 millones de armas ilegales, en Venezuela los cálculos más optimistas hablan de entre 9 y 11 millones y en Colombia, aunque algo más baja la cifra, algunos medios cifran entre 2 y 4 millones.
Falta de valores y principios morales. No
está ligada la pobreza a una mayor o menor violencia o a una tasa de homicidios
más alta.
Cultura de la violencia. Es inconcebible que en el último mundial de fútbol, celebrado en Brasil
en el año 2014, los estallidos de violencia que se dieron cuando, por ejemplo,
Colombia ganó frente a sus adversarios.
Escasa movilidad social. Hay
izquierdas sin política económica y derechas sin oferta social. Unos que
reparten pero no producen y otros que producen pero no reparten. Lo primero es
insostenible y lo segundo es conflicto porque la desigualdad es un
esencialmente un problema de estabilidad y seguridad.
Endeble clase media. La clase media
es vital para dar estabilidad social y política a nuestras naciones. Es un
elemento vital que consume, crea empresas, genera bienestar, participa en la
vida política y social, viaja y aporta moderación a la estructura social.
Ausencia del Estado. La conjunción
de todos estos elementos anteriormente reseñados, junto con otros, como la
falta de oportunidades de un importante segmento de la población y una suerte
de generación perdida muy joven, desarraigada y ajena a todo tipo de valores
-las “maras” y las bandas juveniles-, conforman una realidad muy compleja que
implica para América Latina una nueva forma de hacer frente al desafío de la
inseguridad.
AUTOR: ANGEL DANIEL GUERRERO BAUTISTA
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